Una semana agitada para el sector
Esta semana el sector de las artes escénicas ha vuelto a aparecer en varios medios, y no precisamente con buenas noticias. La tensión con el IVC, la falta de diálogo real y los movimientos políticos dentro de la Conselleria han vuelto a poner sobre la mesa un problema que arrastramos desde hace demasiado tiempo: la sensación de que, pase lo que pase, nada cambia de fondo.
Denunciamos que no hay diálogo con el sector, se convocan a reuniones y piden aportaciones de las que hacen caso omiso. Percibimos un intento continuo de dividir al sector.
Respecto a las subvenciones al fomento de las artes escénicas, se publican, resuelven y se pagan tarde. Las compañías, empresas, profesionales, gestores y creadores se ven abocados a no saber con qué dinero pueden contar, a realizar actividades rápido y corriendo, y a pedir préstamos que aumentan la precariedad .Denunciamos que las modalidades y presupuestos existentes no se ajusten a las necesidades del sector. Se aplican unos criterios desiguales y una política neoliberal que está dejando fuera a los creadores más frágiles.
NO HAY NINGÚN PLAN ESTRATÉGICO.
Criticamos la escasez de producciones y coproducciones públicas con artistasv valencianos.
La estructura del IVC es muy frágil. Cuenta con un presupuesto insuficiente y, sobre todo, con muy poco personal que se va privatizando cada vez más.
La dirección adjunta de artes escénicas no debería asumir las direcciones de sus festivales.
Cero acciones y cero presupuesto y cero apoyo a la investigación en artes escénicas.
El tejido profesional es plural, diverso y mucho más amplio de lo que a veces se quiere mostrar. Invisibilizar a una parte del sector es una forma más de debilitarlo.
Por otro lado, el anuncio de cambios internos en la Conselleria no genera precisamente tranquilidad. Si las personas que gestionan ayudas, programaciones y circuitos siguen siendo las mismas, el riesgo es evidente: cambios que parecen cambios, pero que mantienen exactamente lo de siempre.
Como a+ tenemos claro nuestro papel:
vigilar, señalar, insistir y no dejar que la voz del sector quede diluida o silenciada. No queremos confrontación gratuita, pero tampoco un silencio que nos convierta en cómplices. Seguiremos reclamando lo que llevamos defendiendo desde el principio: transparencia, participación real y políticas culturales que no dependan de afinidades, sino de criterios profesionales.
La cultura necesita instituciones fuertes, pero también asociaciones fuertes, diversas y unidas. Los acontecimientos de esta semana han vuelto a demostrar que, si no defendemos nuestro espacio, otros hablarán por nosotras.
