Dos cuerpos se encuentran, se chocan, como piezas sueltas en un tablero. Avanzan, retroceden, juegan a ceder, a perder el paso, a descubrir el equilibrio entre el torpe y el mágico. Son ensayo y error, manos que se enredan, pies que se buscan y a veces se esquivan. Son una danza de idas y venidas, de roces, de pausas, como un juego sin reglas, como si moverse fuera aprender a sentir. Es el encanto del desacierto, el abrazo del desencuentro, dos seres en un viaje de choques y silencios, donde, entre risas y caídas, aprenden a avanzar juntos.