Esta es la historia de Óscar, un niño que quedó sumergido en un largo y profundo sueño. Un dormir comatoso que lo llevó a estar ensoñando nueve meses, sin poder moverse. Un coma de buenas noches en las que sus padres dedicaron todo su tiempo a recordarle los cuentos que le habían leído desde muy pequeño. Su hermana menor no entendía si aquello del coma era como las siestas de verano, después de comer sandía, o como jugar a la gallinita ciega… Pero, una mañana fría de invierno algo extraordinario sucedió, y Óscar primero abrió un ojo, y luego los dos, bostezó y despertó… Pero Óscar no recordaba cómo hablar ni escribir, y tampoco cómo andar…