Un despertar, una corriente suave, un primer aliento que se transforma en danza. Todo empieza con una vibración. Una luz que acaricia la piel, una sombra que se mueve, un sonido que parece llamarnos desde dentro.
“Río de Luna” es un viaje sin palabras hacia ese instante en que la vida comienza a sentirse. El nacimiento. El tacto. La primera mirada. La escucha sin nombre.
Como un río que serpentea y crece, así se despliega la escena: con la ternura de lo que empieza, con la fuerza de lo que busca. Un cuerpo que se alza, que gatea, que juega. Que aprende, no con la mente, sino con el asombro.
Dos intérpretes se dejan llevar por esa corriente vital, explorando texturas, objetos y emociones como si todo ocurriera por primera vez. Porque todo, en este universo delicado y vibrante, es la primera vez.
Río de Luna es un canto al vínculo, a la complicidad que brota entre cuerpos pequeños y grandes cuando el lenguaje es presencia.